Si hay algo que nos ha enseñado la historia, por los siglos de los siglos, es que no gana quien más fuerza tenga, ni el más listo, o el más rico... gana quien más resiste; el que puede escupir más sangre de su propia boca.
Y esto me recuerda a la situación tan dura que se vive actualmente en cualquier rincón del mundo. Estamos frente a una crisis mundial -económica y moral-, en guerras constantes con la vida. Lo peor que puede pasar es la rendición.
La guerra la pierde aquel que antes se cansa, el primero que se retira del campo de batalla.
Debemos estar en alerta en cada momento, porque uno nunca sabe por dónde le van a llegar los golpes: izquierda, derecha, delante o por detrás. ¿Pero a quién demonios le importa eso? lo importante es seguir en pie, golpe tras golpe.
No dejes que este amargo momento te engulla, espera a que la marea se vaya. Porque sabes que 'una defensa es el mejor de los ataques'.
Protege tu cara, tu dignidad y resiste al temporal. Lo demás llegará solo, y si no, tiempo al tiempo.
